Tomado de Semana.com
Juan Esteban Taborda es el estudiante más
destacado de los más de 22 mil beneficiarios del programa Ser Pilo Paga.
Estudia ingeniería civil en la Universidad Nacional de Medellín y su
promedio es 4,9. Sin duda, un estudiante excepcional que podría ser el
primer profesional de su familia.
En su
caso -y en el de otros 40 mil que podrían beneficiarse en este
cuatrenio- se materializan las palabras de la Ministra Gina Parody: “el
programa transforma la realidad de un joven, de su familia y genera una
proyección social incalculable para el país”.
Las
historias de estos jóvenes son una muestra de disciplina y
perseverancia. El propio Juan Esteban pasa más de 12 horas entre clases,
resúmenes y exámenes, a pesar de una migraña que a veces le impide
leer. Resulta indiscutible que eliminar las barreras de acceso a la
educación superior a jóvenes de familias pobres de calidad es un
propósito loable.
Pero las políticas
públicas educativas no se pueden reducir a atender al 1% de los jóvenes
que están en educación superior o al 7% de los 571 mil estudiantes que
se presentan cada año a las pruebas SABER PRO 11. ¿Y el resto?
En
Colombia la lotería de la cuna y no el mérito personal determina la
“pilera” de nuestros jóvenes. El 70% de las habilidades de vida y
“pilera” nuestros jóvenes no las determina su disciplina ni capacidades,
sino la región en la que nacen y el nivel educativo de sus padres.
Entonces: si la mayoría de nuestros jóvenes no nacen en la cuna
adecuada, ¿Los dejamos de apoyar en la educación superior porque no son
pilos en las pruebas SABER 11? Qué pasa con los que son pilos, pero no
son Sisben 1 o 2?
El 99% de los jóvenes
de Colombia o está yendo a universidades privadas de mala calidad que
nadie vigila y que, básicamente, están estafando a sus familias; o están
yendo a universidades públicas regionales cuyo desgobierno, corrupción,
desfinanciación y baja calidad son notorias. Ser pilo paga no está
haciendo nada por ese 99% y, en cambio, está acumulando cada vez más
recursos públicos escasos para una minoría con talento y suerte.
La
educación debe ofrecerse, financiarse y prestarse como un derecho
universal, no como una lotería. En campaña, Santos prometió 600 mil
nuevos cupos en la educación superior. Cuando se posesionó, rebajó la
meta a 400 mil y, un año después, presentó las primeras 10 mil becas
-que en realidad son créditos condonables- bajo la taquillera marca de
Ser Pilo Paga. Al final de su gobierno aspira a llegar a 40.000
becas-crédito de ser pilo paga. Una gota en el océano de necesidades de
calidad y cobertura.
Mientras que el
presupuesto de Ser Pilo Paga se incrementa año a año, las universidades
públicas se caen a pedazos. El promedio de las transferencias anuales
por estudiante a las universidades públicas alcanza apenas los $5
millones, mientras que el valor invertido por estudiante en Ser Pilo
Paga en universidades privadas supera los $18 millones. Las privadas
tienen mejor calidad porque invierten más por estudiante, tienen mejor
administración y focalizan sus recursos sólo en los mejores. Ser pilo
paga no sólo no ayuda a cerrar esas brechas sino que las profundiza en
desmedro constante de la Universidad pública.
El
gobierno invertirá este año $227 mil millones en Ser Pilo Paga para
beneficiar a 12 mil jóvenes, pero debemos considerar que con esos mismos
recursos se podrían crear aproximadamente 40 mil cupos en universidades
públicas.
Para hacer de Colombia la más
educada en 2025, para que estos jóvenes se constituyan realmente en la
generación de la paz, Ser Pilo Paga es insuficiente. Debemos fortalecer
la universidad pública: aumentar cupos, incrementar su financiamiento, y
mejorar su gobierno interno y calidad.
Para
cumplir la meta de cobertura propuesta por Santos, la mitad de los
cupos que se creen deben ser en instituciones públicas. Para lograrlo en
2025, necesitamos $14 billones adicionales.
La
situación de los jóvenes rurales es la más dramática y la que menos
atención tiene. Según la Misión para la Transformación del Campo, la
cobertura de educación superior entre ellos no alcanza el 8%. Para
darles una oportunidad al menos a la mitad necesitamos crear 312 mil
cupos. ¿En dónde los vamos a crear?
Ofrecerles
oportunidades a esos jóvenes es nuestro deber como sociedad si queremos
consolidar la paz. Ser Pilo Paga resulta incompleto sin una política de
cobertura, financiamiento y calidad tanto de la universidad pública
como de la privada. La respuesta a los que son pilos y no son pobres, o
son pobres y no son tan pilos, no puede ser “de malas”. A falta de una
política pública eficaz y de calidad, el ejercicio del derecho a la
educación se volvió en este gobierno una lotería.
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